domingo

Dos problemas con los ideales

Nos hace crear el miedo una imagen salvadora a la que llamamos Dios. Esta es una frase de “el séptimo sello”, cuando el caballero confiesa sus temores a la muerte, sin saber que es ella. No es descabellado que aún sigamos usando esa imagen salvadora, pero hemos pasado de Dios a las instituciones. Unas de esas instituciones son los partidos políticos, entes con ideología propia que exige la vida de quienes la defienden, ¿o será así?

No es algo extraño ver a los políticos y simpatizantes de los partidos defendiendo los ideales de aquellos a los que pertenecen, llegando, incluso, a ir en contra de los principios que defiende. Esto, como sabemos, produce espectáculos del más bajo nivel: insulto, calumnia, difamación, degradaciones y hasta golpes, asesinatos, vejaciones y un largísimo etcétera. Ante tal situación nos vemos obligados a preguntar ¿por qué?

No pretendo ofrecer una respuesta a esa pregunta, en el sentido de que ésta es toda la causa que motiva a actuar de tal manera. Sin embargo, creo que a aquellos ideales que “defienden” les sucede uno de dos problemas (en el mejor de los casos) que producen aquellos espectáculos desagradables: 1. que se han utilizado para conveniencia de unos cuantos, y 2. que han llegado a convertirse en creencias inamovibles y peligrosas. En cualquier caso la mayoría sale perdiendo.

El primero es curioso, pues es la primera reacción que cualquier persona tendría. Los ideales sirven para servir a quien los porta. Para que el ideal sirva, primero debemos presentar un ideal que revolucione el país, que tome en cuenta a las mayorías desprotegidas y mudas, un mesías del ideal que haga visible lo invisible. Pasado el tiempo de presentar el ideal y la acérrima creencia que se tiene sobre él, las cosas se vuelven más ligeras, el fango de la corrupción comienza a manchar los zapatos, el traje, hasta que llega al alma, y después, todo resulta más cómodo.

Sin embargo los discursos no cambian, las mismas afirmaciones son dichas, los gloriosos discursos sobre el trabajo que se hace por cambiar a la nación, por darle el progreso que se merece y por acabar de una vez y para siempre con la corrupción, siguen adornando la boca mentirosa de quien las escupe. Seguiré gobernando por mantener vivos los ideales de la revolución, dicen. Tal vez sería une buena idea que los complementaran con: una revolución que nunca creí y, por supuesto, que nunca se defendí.

Aquellos que prometen trabajar por el pueblo y defender sus intereses terminan corrompidos, hundidos en la corrupción y el lujo desmedido, disfrutando de placeres que en nuestra vida no podemos imaginar. Mientras nosotros, que les ofrecimos nuestra confianza, seguimos soportando los efectos de sus malas decisiones. El ideal ha muerto, ahora se encuentra cubierto por el viejo polvo de la corrupción institucional, la que ensombrece nuestra historia y cuyos efectos seguimos sintiendo.

Es muy cómodo defender el ideal, a parte de tener una vida llena de lujos (casas, carros, viajes, comidas, ropa, perfumes, vacaciones, etc.), se puede dejar de trabajar en el momento que se decida, sólo hace falta levantarse del curul, caminar hacia la tribuna y desplegar una manta que ofenda a los malos que defienden la idea contraria a la que sostiene el revolucionario (es decir, la idea mala) y listo, un día libre. Este es el caso del diputado Noroña, quien, en aras de la libertad de expresión y defensa de la justicia, se ganó un rato de descanso. ¡Qué maravilla si pudiera salir de mi trabajo con tanta facilidad, cuántas horas de sueño perdido!

A pesar de haber cancelado la sesión y de que los señores se retiraron, los ciudadanos seguiremos pagando el extravagante sueldo y todos sus lujos. ¡Qué maravilla defender un ideal acusando a los malos!

El segundo caso resulta menos risible pero igual de grave. ¿Quién no ha hablado con los que aseguran ser: o tricolor, o blanquiazules, o amarillos, o naranjas, aquellas personas que no toleran un comentario de crítica hacia el partido que tanto defienden, ni a los sujetos que lo conforman? Este caso es grave, es el típico síntoma del dogmático. Se ha hecho de una creencia una única vía para alcanzar determinado fin. El caso parece ser de la siguiente manera: se encuentra una institución que promete el bienestar social por medio de los programas sociales, las despensas, los vales, etc.; se promete una sociedad más equitativa, con más progreso y apoyo. Las personas, al ver en las despensas, en los puentes y en el embellecimiento de la ciudad, la evidencia empírica, creen que la institución es confiable porque ha cumplido una vez. El caso se repite hasta que se adopta la creencia de que tal partido es bueno, pues los gobernantes que de él emanan ayudan a la sociedad. La confianza en esa creencia se vuelve tan radical que se comienza a sospechar que si los otros partidos llegan al gobierno, las despensas, los puentes y el embellecimiento de la ciudad terminarán. Así, sin la mayor crítica, deciden adoptar la creencia y defenderla con uñas y dientes. También sospechan de las ideas contrarias que ponen en riesgo las despensas, los puentes y el embellecimiento de la sociedad, las opiniones que ataquen, difamen o pongan en duda la credibilidad del representante del partido en el gobierno, serán vistas con resentimiento y desprecio, pues, de ser escuchadas, las despensas, los puentes y el embellecimiento de la ciudad, terminarán.

Lamentablemente hemos decidido con ese criterio y hemos visto que (aunque se sigan dando despensas, se sigan haciendo puentes y se siga embelleciendo la ciudad) la calidad de vida sigue por los suelos: malos servicios, poco alimento, marcada desigualdad social, impunidad y violencia, por mencionar algunos. Ante tales efectos de la irresponsable forma de decidir, preferimos seguir intentando, confiando en que el destino traerá al salvador, al mesías del ideal que revolucionará todo, que no usará el ideal para su propio beneficio y hará feliz a la mayoría. Un individuo, formado en las filas del partido que defiende cierto ideal, creado por el miedo a la incertidumbre que dejaría la duda hacia la institución. Nos esperanzamos en lo que puede llegar y nos olvidamos de lo que estamos construyendo.

sábado

Cuestión de Tiempo...

¿Cree usted, querido lector, que podríamos decir que en la historia, la humanidad presenta realmente un progreso, es decir algo que realmente pueda indicarnos que el hombre va en el camino correcto, algo que nos haga pensar que la especie se preservara a ella misma sin sacrificar todo lo que le rodea?
Si nos enfocáramos nada más en los avances tecnológicos y/o científicos podríamos decir indudablemente que sí, tomando como ejemplo el desarrollo de la física cuántica, la ingeniería genética, la robótica, o la biotecnología, etc… Pero lo cierto es que la humanidad no es sólo eso, la historia está plagada de atropellos, de guerras, de injusticias, de malos gobiernos, tan solo en los últimos 40 años se suscitaron más de cuatro guerras, además se dieron más de 100 mil asesinatos en el mundo en diferentes hechos violentos.
Dando un vistazo a eso que llamamos historia universal nos encontramos con: Primera Guerra Mundial 23 millones de muertos, aproximadamente; Segunda Guerra Mundial, 45 millones; la Guerra civil en Camboya, 2 millones; Guerra Civil en Angola, millón y medio de muertos; conflicto étnico en Ruanda, 1 millón; Guerra de Vietnam, 1 millón; Guerra civil en Mozambique, 900 mil; Guerra civil y matanzas en Burundi, 600 mil muertos; Guerra de secesión en Birmania, 300 mil; Guerra civil de Somalia, 500 mil; Guerra étnica en Bosnia-Herzegovina, 200 mil; Guerra civil en Guatemala, 150 mil; Guerra de clanes en Tayikistán, 100 mil; Más de 3 mil víctimas palestinas a manos de soldados de Israel en la, ya cruelmente famosa, Guerra Santa; y, por último, los 40 mil muertos en las guerras de Irak y Afganistán. Es importante señalar que todos estos muertos y cada uno de estos conflictos obedecen a razones que viéndolas “civilizadamente” nos resultan tal vez sin mucho sentido, o simples; unos pelean que por el color de piel, otros que porque son de una raza distinta, otros aún compartiendo casi las mismas leyes y los mismos principios, pero como su Dios se llama de manera distinta no pueden vivir en armonía y tienden a estar en conflicto (matarse los unos a los otros).
Estamos hablando en total de cerca de 100 millones de muertos. Imagina usted lector, es como si estuvieran muertos el 80% de la población de México, por si no fuera suficiente añádale los 30mil muertos de nuestra Guerra contra el Narco, estamos hablando que México sería un país de muy pocos habitantes. ¿Hasta cuándo nos podremos ir dando cuenta que debemos parar de ser tan sanguinarios? De que el camino no es la violencia, si no que primero debemos reconocer al otro como un humano al igual que yo y ante eso dialogar como iguales.
Pareciera un curioso chiste poblar a la tierra con el animal que se acaba todo lo que se pone a sus ojos, qué gran broma fue darle el libre albedrio Para que pudiera saciar sus ansias, que ha demostrado son muchas, lo corrompen y acaban con todo, y como ya dije le resulta casi imposible controlarlas, para muestra hay ejemplos en todo el mundo, en nuestro estado, por ejemplo, hubo alrededor de 50 suicidios en el 2010, mientras en todo México fueron 4 mil 681. ¿Qué cosa puede demostrar lo malo que es el hombre que no solo atenta contra los demás, como en las guerras, sino que además alza su horrible garra contra él mismo?, ¿qué podemos esperar de las personas que atentan contra su propia sangre, como por ejemplo los casos que hemos visto hace poco: el adolescente que mata a su madre, la madre que tira a la basura a su hijo recién nacido argumentando el no estar preparada para tenerlo?
Estoy seguro de que nos estamos haciendo cada vez menos participes del concepto que denominamos “humano” u “hombre”, e incluso me atrevo a sostener que entre mayor es el índice de maldad (es decir, el conjunto de cosas atroces u horripilantes que puede hacer el hombre) menor es el progreso de la civilización, estos conceptos los cuales pretendemos que nos describan de una u otra manera. La historia parece confirmar que cada vez nos hemos hecho un poco más bárbaros, más sanguinarios, más atroces. Ahora son pocas las cosas que podríamos dudar que un hombre (cualquiera) no sea capaz de cometer, no meteríamos las manos al fuego por nadie. Entonces estoy cada vez más seguro de que no estamos progresando, al menos si queremos hacer una especie de juicio general sobre la humanidad.
Claro, encontraremos a aquellas pequeñas rarezas como los altruistas, los luchadores de la libertad o aun sin fin que tratan de poner su granito de arena para que este mundo funcione de una mejor manera y que también han demostrado que no es suficiente sino que necesitamos poner de nuestra parte todos, debemos de “jalar parejo” con el fin de conseguir un mundo mejor para todos.
Cuestiono la razones que tiene el hombre para existir, a lo me refiero es a que debe demostrar, de alguna manera, que vale la pena ciertas cosas que pueda llegar hacer además del arte, la música, la poesía, para justificar su existencia, con existencia me refiero a la huella que ha dejado la humanidad, su paso por la historia universal,
No quiero ser injusto y quiero pensar que tal vez, simplemente, hemos mal entendido ciertas cuestiones antropológicas, como por ejemplo de considerar desde la antigüedad, por muchas religiones o corrientes de pensamiento, que el hombre naturalmente tiende (o debería de dirigirse) hacia el bien. Yo pienso que demostramos que no tendemos al bien, no estamos hechos para el libre albedrío pues hemos demostrado que no somos capaces de apaciguar, calmar, controlar nuestras pasiones, deseos o caprichos. Damos fiel testimonio que no somos capaces de hacer cosas buenas con el poder, nos corrompemos con una gran facilidad, y por lo tanto debemos de crear un sistema económico, social, “blindado” ante lo que sabemos que el hombre es capaz de hacer. Es como estar preparado, hecho a su medida, sé que suena difícil pero vale la pena intentarlo. Quisiera pensar que la humanidad se encuentra en una etapa infantil, por decir algo, en donde apenas va aceptando sus errores para después, tomándolos en cuenta, aprendiendo de ellos, construir algo mejor, evolucionar a algo mejor.
Espero que el hombre todavía tenga esperanza, espero que seamos capaces de seguir otro camino que no sea el de destruir el mundo, porque si no, lo más seguro es que estemos condenados a no durar mucho como especie.

martes

Los treinta y siete capos ¿valen la pena?

Veinte de los treinta y siete capos más buscados por la PGR han caído. Ese fue el comunicado que ofreció el gobierno federal después de informar a la población la captura de Flavio Méndez Santiago “El Amarillo”, fundador y líder de “Los Zetas”. El ya dicho, según Ramón Eduardo Pequeño García, se encargaba del tráfico de indocumentados (que tanto ha avergonzado a nuestra nación), distribución de droga y asesinatos. El comunicado termina refrendando el compromiso que tiene el gobierno federal con la seguridad de nosotros, los mexicanos.
Es curioso el comunicado, pues trata de justificar, con el arresto o abatimiento de estos veinte capos, la sangrienta batalla que, día a día, nos muestran los medios. Veinte personas que, según el gobierno federal, han atentado contra el tejido social, que corrompen a la juventud, que atentan contra la vida de otras personas, directa o indirectamente. Veinte personas justifican que, sólo en el año pasado, murieran, según cifras del gobierno federal, 15 mil 273 personas. ¿Vale la pena?
Querido lector, posiblemente se encuentre indignado ante las anteriores palabras. Posiblemente esté pensando que es una locura dejar por ahí sueltos a treinta y nueve sujetos peligrosísimos (cosa que no defiendo), pero preguntémonos ¿cuál es el costo que hemos de pagar para que estas personas estén aseguradas? No sólo me refiero al alarmante número de muertos, me refiero a todo el daño que ha causado este combate, a la cantidad increíble de huérfanos, a los empleos perdidos, a las vidas destrozadas, pues aquellos muertos, que nos presentan sólo como cifras, seguramente tenían familia, seguramente tenían deseos, al igual que nosotros, seguramente perseguían un bien. Justificar todo este daño por veinte personas ¿vale la pena?
Se me puede argumentar que la lucha es necesaria, que no es una opción dejar que la droga llegue a nuestros fraccionamientos y ponga en peligro la salud de nuestra infancia y nuestra juventud. Ciertamente, es necesario, para la defensa de la moral existente en nuestro país, el combate a los cárteles de la droga, pero las armas no son el único camino. Dicen que con el arresto de estas treinta y siete personas se estará dando un fuerte golpe a la delincuencia organizada, seguramente así será, pero ¿cuántos jóvenes no entrarán este año a las filas de la delincuencia, no sólo organizada?
Hace unos cuantos meses tuve la oportunidad de conocer a personas que reciben entre ochocientos y novecientos pesos mensuales del programa “Oportunidades”. Aparte de este ingreso, tenían un trabajo que, en el mejor de los casos, dejaba tres mil pesos mensuales. Familias enteras, de cinco o seis personas, viven con un ingreso mensual de tres mil ochocientos o tres mil novecientos pesos mensuales. Con ese ingreso se pretende pagar: comida, transporte, estudio (que en algunos casos es un lujo) y servicios (que, en algunos casos, también es un lujo). Resulta ser un ingreso que no sirve para vivir, sirve, más bien, para lograr (en el mejor de los casos) sobrevivir. Recuerdo que aquellas personas difícilmente se les podía ver con alguna otra expresión que no fuera la de angustia provocada por el hambre. Seguramente aquellas personas no se pueden acostumbrar a tener el estómago vacío, y muchas veces (aunque no es razonable) encuentran el ingreso familiar en acciones ilícitas, en la delincuencia. Ante situaciones como esta ¿será posible acabar con los “criminales”?
Parece que el gobierno olvidó, no quiere pensar o no le interesa que “los malos” son humanos que también buscan un bien. Que muchas personas involucradas en la lucha persiguen bienestar para su familia a costa de su propia vida o de su libertad. Nos quieren vender la idea de que aquellas personas son malas y hacen la maldad por el simple hecho de hacer la maldad. Querido lector, no creo que las cosas sean así, creo que esa estrategia mediática sirve para evadir responsabilidades. El gobierno evade la responsabilidad que tiene al no fomentar la inversión y al aceptar salarios miserables para su población, al no crear las condiciones para una sana convivencia.
El objetivo de este gobierno y el de muchos otros son las elecciones, mientras ellos tienen sus ridículas disputas, sus desagradables shows en las cámaras (porque no tienen la mínima civilidad para respetar su propio trabajo), mientras sus insultos llenan las secciones de política de los noticieros, el pueblo muere en una absurda “guerra”, sufre de hambre e injusticia, se enfrenta a la disyuntiva de estudio o comida. Pero no faltan los discursos, aquellos que dicen (con todo el cinismo que en un humano pueda caber) que trabajan por el bienestar de la nación, que su única preocupación es la seguridad y el progreso del país.  
Ese es el enemigo más peligroso, el que tiene la posibilidad de dar el rumbo que se le plazca al país, ese enemigo más cercano a la gente, ese que, gracias a nuestro voto, se encuentra en el poder. Seguramente los capos atentan contra la seguridad del país, pero nuestros políticos van más allá, atentan contra nuestros bolsillos, nuestros recursos, nuestra cultura, nuestro futuro, nuestro país. Vivimos soportando enemigos que han perdido el control de su deseo, enemigos a los que poco les interesa la vida, que se han ensimismado tanto que el mundo no tiene más que signos de pesos caminando por ahí y creen tener poder sobre ellos, enemigos que no necesariamente son los treinta y siete capos.

jueves

La Irracionalidad Del Salario Mínimo

Generalmente un año nuevo debería comenzar con buenos deseos, ilusiones y propósitos, además deberíamos encontrar la motivación inherente a lo que se nos ofrece con todo un año nuevo lleno de “posibilidades”, lo cual debería de llenarnos de ganas de seguir con vida, o al menos deberíamos tener la esperanza de que será un mejor año que el anterior. Pero resulta que es todo lo contrario, a los pocos días de comenzar el año nos enteramos de que lejos de ser un buen año pinta para ser otro año difícil, tal vez hasta más difícil que los anteriores, debido a todos los aumentos y a todos los pagos que se tienen que cubrir, que el impuesto predial, que el control vehicular (que no fue condonado como la tenencia y que igual es un impuesto), uniformes, colegiaturas, además de el alza de los precios de todos y cada uno de los productos, desde los de primera necesidad hasta los lujos, claro, sin mencionar el aumento de algo tan importante como la gasolina.
Por Ejemplo aquí en Aguascalientes, que pertenece al área geográfica "C" según la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI), el salario mínimo general que fue aprobado para este 2011 es de $56.70 por jornada laboral, es decir, por ocho a diez horas de trabajo, mientras en el 2010 el salario mínimo fue de $54.47, en el 2009 de $51.95, en el 2008 de $49.50 y en el 2007 de $47.60, estamos hablando de un aumento de no más de cuatro pesos a lo largo de 4 años, y si vemos, por ejemplo, el aumento en los productos, digamos la canasta básica, como la tortilla, obtenemos que cada producto subió, por lo menos, dos a tres pesos, resulta difícil pensar que será posible comprar la misma cantidad de productos que el año anterior pues el poder adquisitivo va en detrimento el lugar de ir en aumento.
La promulgación de la Constitución General de la República publicada en el Diario Oficial de la Federación del 5 de febrero de 1917, específicamente en el artículo 123, fracción VI bajo el principio de que el salario mínimo deberá ser suficiente “…para satisfacer las necesidades normales de la vida del obrero, su educación y sus placeres honestos, considerándolo como jefe de familia” según lo expone la misma CONASAMI en su página de Internet. No puedo evitar que al leer esto me parezca bastante curioso, pues ¿qué significará “placeres Honestos?” o incluso peor, ¿qué significa “necesidades normales”?, si hacemos cuentas una persona que gana el salario mínimo percibe mensualmente una cantidad aproximada de $1700, ¿cree usted, querido lector, que esto alcance para vivir? Suponiendo como dice el INEGI que se es una familia promedio conformada por 4 miembros, ¿Cree usted que esto alcanza para tener “placeres honestos”? o incluso educación, es bien sabido que las cuotas “voluntarias” que se piden en las escuelas son de por lo menos $500, supongo entonces que lo propone la constitución han de ser placeres muy pero muy baratos, y necesidades muy pero muy básicas, Pero otra vez supongo que a nuestros gobernantes poco les importa, ¿Cuánto cree usted que ganen los señores trabajadores de la CONASAMI? Yo no sé, pero estoy seguro que no ganan $1700 mensuales, o ¿cuantos salarios mínimos no cree usted ganen nuestros señores diputados? Es sencillo entender que no vivimos en un estado de equidad, es sencillo comprender que no existe algo así como la justicia, y resulta obvio que no todos tienen las mismas posibilidades.
Lo interesante es preguntarse en que se basa esta Comisión para establecer cuanto es “factible” aumentar el salario, se argumenta que es por la inflación, que es a través de la Encuesta Ingreso-Gasto de los Hogares emitida por el INEGI, además las cuotas obrero-patronales que, dicen algunos, impiden aumentar mucho el salario, pues al aumentar los salarios de los trabajadores los patrones se verían en la necesidad de aumentar los costos de sus productos, pero creo que esto resulta poco creíble, debido a que las ganancias que obtienen los patrones por sus productos son demasiado elevadas como para que les afecte demasiado un aumento más justo al salario de sus trabajadores, incluso el hecho de no poder aumentar dignamente el salario mínimo abarca el tema de los créditos en el sentido de los que son asimilados a salarios mínimos, en los cuales entre más aumente el salario mínimo mas aumenta la suma que se descuenta para pagar el monto total del crédito mas intereses. Pero la realidad es que el salario mínimo no permite a una familia vivir dignamente, apenas se alcanza a cubrir las “necesidades básicas” y a veces incluso ni eso, y ni que decir de poder pagar la educación o los placeres, porque obviamente hay quienes no pueden.
Me pregunto constantemente el por qué el mexicano es tan “tranza”, el por qué tiene la ideología de que para superarse hay que hacerlo a costillas del prójimo, como los políticos que les importa poco que el pueblo este muriéndose de hambre mientras ellos comen las mejores viandas, no les importa aumentar los impuestos y los costos porque ellos ganan lo suficiente para poder pagarlos sin ninguna repercusión negativa a sus bolsillos, a la respuesta que he llegado es que es el Sistema social, político y económico el que no funciona, y por lo tanto el mexicano busca alternativas para sobrevivir, para sobrellevar la existencia misma, el sistema no funciona eso es claro o ¿estamos seguros que siguiendo las reglas del sistema las cosas funcionarían? De que ¿podríamos vivir dignamente?, La experiencia tiende a decirnos que no.
Pongamos por ejemplo el trabajo, supondríamos que según el Sistema debe de existir la posibilidad de ascender a un puesto mejor y a un salario más elevado, basados en la capacidad y eficiencia de cada trabajador, más sin embargo vemos que los que generalmente llegan a los puestos de más alto rango resulta que no es por sus capacidades sino más bien por sus conocidos, o en la política por los ya tan clásicos “pagos de favores” o “dedazos”.
Al final de cuentas se trata de hacer consciencia, reflexionar y darnos cuenta que en realidad se necesita un cambio de fondo.

El juego de la suerte y las palabras



Posiblemente la vida sea un gran juego de suerte, una apuesta interminable entre una y otra opción que se nos presenta a lo largo de nuestro recorrido. Posiblemente esta idea resulta injusta. El hecho es que las opciones a las que apostamos son, necesariamente, opciones que, con anticipación, las hemos creado, es decir, somos constructores y usuarios de un edificio llamado vida.
Cuando ando por la ciudad sin rumbo fijo, andando de fraccionamiento en fraccionamiento, viendo casas lujosas donde viven nuestros representantes y los más acaudalados empresarios, donde el hambre y el frío no se conocen, hogares en los que la pregunta, sincera y llena de angustia, ¿qué comeremos mañana?, nunca se formuló; y, por otra parte, aquellas casas que se alejan del lujo, que más bien son miserables, donde vive el obrero, el jardinero y el barrendero, donde la igualdad es una quimera, donde se sabe que no hay futuro, el pasado es algo así como una historia de supervivencia y el presente es, simplemente, sufrimiento. ¡Es increíble todo lo que puede decir la fachada de una casa!
Andando en esos paseos siempre me formulo la pregunta ¿Qué hicieron esas personas para merecer eso? La pregunta surge no sólo con respecto a los hogares más humildes, sino también a los más lujosos. La mayoría de las veces la respuesta es: nacer. Y sucede que cuando nacemos somos herederos, no sólo de valores y tradiciones, somos herederos de la condición social que se ha construido, si nuestros padres vivieron en la opulencia, lo más seguro es que nosotros también lo hagamos; si nuestros padres vivieron el la miseria, lo más seguro es que nosotros seamos miserables también. ¡Perverso juego de la suerte!
No es tan simple explicar por qué alguien que nace en la miseria siga, de generación en generación, en la miseria. Tampoco es tan simple dar solución a este problema. El comunismo es una respuesta y, aunque resultó un gran fracaso, nos deja una gran lección: el hombre tiene sed de igualdad, de vivir en un lugar en el que las opciones sean iguales para el hijo del jardinero que para el hijo del empresario.
Sin embargo, es casi una regla que las opciones que se presentan a una persona que vive en la miseria, lo conduzcan a la miseria; al igual que las opciones de una persona que nace y vive en la opulencia continúen conduciéndolo por el camino de la opulencia. ¿Falta de oportunidades? Yo lo llamaría falta de condiciones de igualdad. Es una gran injusticia ver a la infancia miserable marchar por la vida sufriendo hambre, frío, discriminación, violencia y un futuro asegurado en la delincuencia y la cárcel o la muerte, mientras la infancia opulenta disfruta de una vida llena de lujos, abundancia y un futuro asegurado, ya sea como delincuente en la política, ya como explotador en la empresa de su antepasado.
Hace no mucho me enteré, por boca de la novia de un buen amigo, de las condiciones tan precarias en las que viven muchas personas en nuestra entidad, me contó sobre un niño que, visto con sus propios ojos, quitaba un pan a un perro, conseguido de la basura. ¿Qué culpa tiene un niño para sufrir esto? Es simple, la culpa de haber nacido en un lugar donde la pobreza y el hambre reinan, donde los políticos, esos idiotas que dicen representar al pueblo, sólo velan por sus propios intereses, y donde la sociedad prefiere cerrar bien lo ojos y evitar todo tipo de experiencia que le muestre la injusticia en la que vive, la miseria que, día a día, cobra la vida y la muerte de muchos.
Mientras sigamos apretando las pupilas, mientras sigamos confiando en que los políticos serán los que, por dictado de su putrefacto corazón, cambien las condiciones, mientras sigamos pensando que nuestro actuar político se limita a insertar una papeleta en una urna y la lectura la sigamos viendo como una pérdida de tiempo, mientras no expresemos nuestras ideas más allá de lo que nos dictan las redes sociales, esto seguirá igual.
Cuántas bellas palabras adornan los discursos de los candidatos en las campañas electorales, cuántos discursos emotivos, pero infértiles, nos presentan aquellos que tienen el poder, todos ellos presentando al portador de aquellas dulces palabras como un enemigo acérrimo enemigo de la marginación, la pobreza y la desigualdad; palabras que disfrazan a un monstruo como un humano (¿o que lo muestran más humano que ninguno?).
Cuando arrojamos las palabras, estas viajan sin que tengamos la certeza de cómo llegarán al oído de la persona que nos escucha, sin embargo nos podemos dar una idea. Me gusta compararlo con un barco de papel que arrojamos a la corriente del agua, si sabemos que la corriente lleva a una caída que puede hundir el barco y hacerlo pedazos, nos ahorramos la decepción y buscamos otra corriente que lleve a buen término nuestro navegar en la corriente o fortalecemos el barco para que resista la caída. Si un político arroja palabras sin sentido, como suelen hacerlo en nuestro estado y en nuestro país, a un pueblo consciente, hábil para decidir, informado e interesado en lo que sucede en la política (porque sabe que las decisiones que tomen los representantes repercutirán en su vida cotidiana) lo tomarán como un pobre imbécil, digno de compasión. El político tendrá que ser más prudente con las palabras que arroja y las decisiones que tome. Si el pueblo es desinteresado, inconsciente, imprudente e ignorante, aquellas mismas palabras del político imbécil serán los grandes discursos transformadores. Por desgracia este último caso es el de nuestro país.
En estos tiempos de regalos, en los que hacemos patente la suerte que tenemos de nacer en un hogar en el que las necesidades básicas están aseguradas, en el que nos damos el lujo de regalar objetos costosos, preparar banquetes que llenarán, hasta el hartazgo, nuestros estómagos, sugiero que nos regalemos consciencia, de eso depende, en gran parte, un futuro mejor.

domingo

¿Progreso Para Todos?

Todavía no hace un mes que inició su mandato el nuevo gobierno y ya comenzaron a repartiste el pastel. Es curioso ver que el slogan de este nuevo gobierno es “Progreso Para Todos”, más sin embargo parece que el progreso es solo para aquellos incondicionales del nuevo gobernador, para aquellos que lo apoyaron en su campaña, y por lo tanto “agarraron hueso”. Basta con ver a su famoso gabinete, puro conocido priista de viejo cuño, y no conocidos por honestos si no por otras cosas. Creí que se iba a tratar de un gobierno que pusiera en los altos mandos a gente capaz, honrada y sobre todo comprometida en un desempeño en beneficio de la sociedad, pero tal parece que me equivoqué, ya andan comidita tras comidita derrochando el dinero del pueblo en restaurantes de lujo, carros del año, y, porque no, con motivo de la navidad, unas buenas vacaciones con la familia en el extranjero, todo con cargo al gobierno y por lo tanto al pueblo que lo mantiene.
Una de tantas cosas con que se comprometió en la campaña el ing. Lozano fue a generar una buena cantidad de empleos, subir los sueldos de hambre de tantos trabajadores existentes en el estado, acabar con la inseguridad y generar inversiones productivas para Aguascalientes. Hasta hoy no hemos visto avance en ninguna de esas “promesas” , en cambio a unos días de que comenzó el nuevo gobierno y de que ratificaran el General Eddy en su cargo ya se han suscitado más de tres “ejecuciones” (es curioso como el término ejecución, hasta donde sé, no está tipificado en la ley, es algo acuñado recientemente, pero en realidad no es más que un asesinato), los comerciantes siguen siendo extorsionados increíblemente en plena zona centro, sigue habiendo “levantones” de gente presumiblemente “inocente” y ni qué decir de los robos a casas o de los cristalazos que, en lo poco que va de este mes, siguen a la alza. Y claro, el desempleo está a orden del día: son más los que se quedan sin trabajo a diario que los que se contratan.
No es que piense que las cosas van a cambiar de la noche a la mañana, porque no es así, pero creí que este gobierno tendría un plan de acción con el cual se empezaría a ver desde el principio el cumplimiento de compromisos y promesas; pero insisto en mi idea de que lo que necesita nuestro estado, y México en general, no es sólo un gobierno nuevo, si no que cada uno de los ciudadanos actúen, que estén pendientes de lo que hacen sus gobernantes y pidan cuentas cuando el funcionario no actué por el bien del pueblo y en dado caso, que pidan su cese definitivo del cargo, ¿qué nosotros no fuimos los que los elegimos? Estamos en todo derecho de exigir lo que tanto prometieron, mínimo que cumplan con su trabajo porque el compromiso es con cada uno de nosotros, con cada ciudadano que dio su confianza para que ellos estuvieran en el poder y no con el señor gobernador que les dio el “hueso”.
Como escribía hace poco, mi sueño seria ver cómo rebajan el sueldo a tanto funcionario que gana miles de pesos, cómo se les quita su apoyo y su aguinaldo de más de 400 mil pesos a los señores diputados para hacer que el señor barrendero (que muchas veces, estoy seguro, es mucho más honesto que muchos de nuestros funcionarios) tenga un salario digno, para que gente pobre, no solo pobre económicamente si no de salud, educación, cultura, tenga por fin una oportunidad de salir adelante, no necesitamos de un gobierno que les dé despensas, o semanas de vacunación, necesitamos un gobierno que les dé la oportunidad de valerse por ellos mismos, de trabajar, de abrir los ojos y que aquellos que infringen la ley en realidad los castiguen sin importar su estatus social, sin importar que sea conocido de fulano o mengano. Pero como dije es mi sueño, y tal vez se quede solo en eso.

jueves

El Sexenio Que Termina...

Una administración sale y otra entra al poder político del estado, como dentro de un mes lo hará la administración municipal, ante esto resulta importante realizarse a uno mismo y a los gobernantes una serie de preguntas; entre ellas debemos cuestionar si el gobierno saliente cumplió todas y cada una de las expectativas que tuvimos previstas a lo largo de su mandato. Pero al intentar responder esta cuestión es importante alejarnos de todo apasionamiento y fanatismo, y ser verdaderos jueces en la cuestión.
Es bonito leer o haber escuchado el sexto informe de gobierno del ahora Ex Gobernador del estado y leer/escuchar como entrega “todo” mucho mejor que como lo recibió, que según dijo rebasó y por mucho las metas que se tenían establecidas, que se va “con las satisfacción del deber cumplido” y para ello da una serie de números, como por ejemplo, en el ramo de la educación menciona la creación de más de 50 nuevos planteles que van desde la educación primaria hasta la creación de universidades tecnológicas como la de El Llano o la de Pabellón, además de muchas escuelas que se ampliaron o se rehabilitaron; se menciona también en el informe final de gobierno que se le dio importancia a la cultura por ejemplo con la creación de la universidad de las artes, el festival de las calaveras, la rehabilitación de las casas de la cultura en todos los municipios, así como del museo J. Guadalupe Posada y el Museo de la Insurgencia. Por otro lado, también se habló acerca de las acciones implementadas en vivienda, que, según los números, ascienden a más de 55 mil acciones en este rubro, ganando durante 5 años 7 premios nacionales de vivienda por haber dejado de construir “pies de casa”, como se hacía en administraciones anteriores, para, en cambio, entregar casas sin ningún demerito arquitectónico, además de la creación de muchos fraccionamientos, no sólo para la gente de bajos ingresos sino también para la gente de clase media. Pues bien, no intento hacer todo un recuento de lo que el señor Ex Gobernador del estado dijo en su informe final de actividades, porque me llevaría muchas páginas que considero innecesarias, en cambio, le ofrezco, querido lector, una reflexión (en caso de que no pueda hacerla usted mismo) acerca de los rubros antes mencionados. Para empezar es bonito hablar del montón de espacios educativos de reciente creación, con tecnología de vanguardia e impresionante infraestructura, pero cabría aquí preguntarse ¿de qué sirve tener los mejores planteles si la educación sigue siendo deficiente?, porque no me diga usted, querido lector, que los alumnos de primaria, secundaria o preparatoria salen bien educados de sus respectivas escuelas, si bien es sabido que la calidad de los profesores, como de los planes de estudio, es altamente deficiente; si es bien sabido que se tienen programas que, los más nuevos, son de hace más de siete u ocho años, lejos de las necesidades que se requieren en la actualidad. Los alumnos siguen padeciendo de bajas calificaciones y rezago en el sentido de aprovechamiento, también hay que mencionar la gran cantidad de adultos mayores que existen en el estado con analfabetismo; ah pero qué bonito es tener escuelas de primera aunque se tengan profesores de segunda o tercera, pues claro no por nada el sindicato de maestros es de los más corruptos. Y qué decir acerca de la cultura, es muy cierto que se creó la universidad de las artes, claro no para gente puramente con talento sino más bien para gente que la puede pagar, y los museos muy bonitos quedaron, lástima que se les dé tan poca publicidad, que están como siempre vacíos, ocupados de vez en cuando por gente que entra para hacer tiempo mientras es la hora de entrar a la misa, y lastima aún más por la muy poca oportunidad que se le ha dado a los artistas que existen en el estado y que andan buscando donde exponer su obra, y como no conocen al fulano del ICA pues no tienen chance de exponer lo que tienen para mostrar y se ven en la necesidad de andar limosneando en cafés la oportunidad de exponer su arte.
Por ultimo hay que decir que es totalmente cierto lo que dice el Señor de los Rayos. Yo para nada he querido dar a intuir que dijo mentiras, a menos que se considere una verdad a medias como mentiras, pero eso se lo dejo que lo juzgue usted atento lector. En el rubro de vivienda creo que son pocos los que se han puesto a pensar lo que la creación de nuevos fraccionamientos afecta al estado, en primera por acabarse las reservas naturales como el agua, que de por sí ya se ve que es poca, recuerde como hace unos años salía agua de la llave todo el día, y ahora se vuelve más fundamental tener tinaco o aljibe, pues el suministro se ve sólo unas cuantas horas al día, además no sé si usted se ha fijado que lo que, según eso, es una reserva protegida, “La Pona”, la han estado construyendo por la parte que colinda con Santa Anita. Claro, esto al margen de lo que pueda opinar el organismo encargado de “proteger” dicha reserva; además debo de mencionar el negociazo que resulta ser el Instituto de Vivienda, pues, imagínese usted, le prestan del dinero que usted ha estado ahorrando durante años, el cual le rebajan un tanto porciento mediante nomina, pues bien, le prestan, por decir algo, 200 mil pesos digamos a 15 o 30 años, pero resulta que usted tiene que “pagarle” ese dinero al Instituto de Vivienda, pues nada más se lo está prestando, pero la cosa no para ahí, además se lo tiene que pagar con intereses, lo que hace que lejos de pagar los 200 mil que le prestaron resulta pagando hasta el doble, pero ¿Qué no era su dinero?, ¿en dónde está el apoyo y la oportunidad? No cabe duda que es más redituable el IVEA que cualquier banco, tal vez se parece al IMSS que siempre está cobrándonos por tenernos asegurados y pocas veces utilizamos sus servicios, ¡ah!, pero cuando lo usamos recibimos una atención deficiente y aparte de mala gana de parte de los doctores que, vale la pena decirlo, no ganan cualquier cosa, pues es de los trabajos mejores pagados y con mejores prestaciones, además de que las instalaciones siempre están en las peores condiciones: insalubres y poco propicias para que el enfermo se recupere de forma satisfactoria. Pero bueno, en cambio en el informe de gobierno se nos dice que somos de los primeros lugares en salud, quién sabe cómo sea eso.
Además debemos de recordar como este sexenio fue en el que más se enriquecieron las constructoras, no solo de las que es dueño el señor Ex Gobernador, sino casi todas por igual, pues se le permitió hacer fraccionamientos con muy bajos costos y pocos requisitos de autorización, y ni que decir de que en el Informe se nos dice que reactivo la economía del estado, además de la reactivación de la industria minera en el estado de Tepezala, pero lo cierto es que esa industria minera resulta ser del señor Slim personaje por demás rico y poderoso que lejos de ayudar económicamente a los vecinos de Tepezala, los explota pagándoles salarios de riza, además de adueñarse de las tierras colindantes con las minas o bien son pagadas a unos cuantos pesos por metro cuadrado.
Usted querido lector, ¿sintió en este sexenio que termina que le duraba más su sueldo?, ¿que adquiría mayores y mejores bienes con lo que gana? O ¿en algún momento le aumentaron el sueldo lo suficiente para que no se le hiciera difícil comprar lo necesario para sobrevivir?... Entonces ¿Para quién fue un buen gobierno?, ¿Para aquellos que bebieron de la vaca gorda del erario del pueblo? Creo fue un buen gobierno para los de siempre, usted ya sabe quiénes.
Tenga apertura estimado lector, infórmese, que no le den gato por liebre, si no le dan lo que le prometieron, si no está conforme con los resultados, si no se cumplieron sus expectativas no solo se queje, ¡actué!